Los zapatos en una mudanza no son la pertenencia que más preocupación generan, pues no son objetos especialmente frágiles. No obstante, si no se toman ciertas medidas, el resultado puede ser desastroso a la hora de desempacar, de modo que os ofrecemos recomendaciones para que esto no ocurra.
Separar los zapatos en una mudanza según categorías
No es que vayan a sufrir un gran daño, pero sí se pueden perder. De este modo, una solución para tenerlos más a mano es establecer categorías: zapatos para tirar, para donar o para conservar. Los que se van a tirar puedes renunciar a desplazarlos. Los de donar reciben esta denominación porque a pesar de que siguen siendo útiles, ¿por qué trasladarlos si no los usas desde hace tiempo, has pensado en donarlos? Finalmente llegamos a los que hay que conservar, y aquí sí que hay que mostrar más interés en ellos.
Lavar los zapatos antes de la mudanza
Una mudanza no es solo cambiar de residencia. Supone empezar una nueva etapa, así que haz lo propio con tus zapatos. Lávalos antes de empacarlos y así conseguirás que no huelan mal, que no acumulen polvo y que, a la hora de sacarlos de la caja, no ensucien a otros objetos.
Empacarlos, pero con relleno
Si tenemos espacio suficiente podemos desplazar los zapatos en su caja original, pero si eso no es posible, una fórmula para que estén protegidos es guardarlos en un gorro para baño, una bolsa desechable o una blusa. Y antes de esto, habrá que rellenar el interior del calzado para que esté más protegido y se reduzca su movilidad.
Tras este paso llega el momento de guardarlos. Los zapatos en una mudanza pueden ir en maletas, en cajas o incluso en un burro para zapatos, pero esto no suele ser lo habitual porque implica más espacio. Sea como fuere, debemos completar los huecos entre pares con papel o algodón para asegurar su protección.