Cambiarse de residencia o desplazar pertenencias a otra vivienda puede suponer ciertos momentos de tensión, porque nunca sabemos a ciencia cierta qué tenemos que desplazar, qué merece la pena llevar a la otra vivienda y cómo gestionar todo el proceso. Por este motivo, os proponemos algunos consejos para organizar una mudanza.
Cuándo empezar a organizar todo
En primer lugar debemos consultar con una empresa de mudanzas para fijar la fecha definitiva y, dos o tres semanas antes de esto, ir preparando todo en casa, lo que obliga a empaquetar todo, decidir qué nos vamos a llevar a la otra vivienda y descartar viejos objetos que no se usan para no caer en una especia de Diógenes.
Las pertenencias que no vayas a desplazar, puedes donarlas a familiares, a asociaciones o venderlas en el mercado de segunda mano.
Tareas obligadas durante el proceso
A la hora de organizar una mudanza hay tres cosas que debemos hacer inexcusablemente: avisar a familiares y amigos de que ya estamos instalados en la nueva residencia; cambiar la titularidad del seguro a la nueva vivienda y cambiar también todos los suministros: agua, luz, gas, internet…
Residiendo de alquiler todo es más fácil, pues es el casero el que se encarga de estas gestiones. No obstante, debería existir buena relación entre las partes. Si vives en una vivienda en propiedad, todos estos asuntos corren de tu parte.
Las mudanzas no son un caos
La clave de organizar una mudanza es conseguir con estas propuestas que no se convierta en un caos para generar estrés. Cajas, tijeras, rotuladores marcadores, celo, papel de periódico… todo ello va a hacer falta, al igual que es necesario separar los objetos más frágiles de los más resistentes y hacer inventario de todo lo que vamos a desplazar.
Documentos y objetos valiosos, a buen recaudo
Entre todas las pertenencias a desplazar, hay que ser convenientemente precavidos con los más valiosos, aquellos que tienen más valor sentimental o monetario, y los documentos relevantes, que no se pueden perder.
En estos casos, lo mejor es transportarlos en un bolso o una maleta sin contar con la empresa de mudanza, para tenerlos a mano y ser responsables en todo momento de su estado.